EL IR Y VENIR DE UNIVERSOS
En el seno de este Principio Absoluto tiene lugar la evolución de todo lo que
conocemos, nacen los sistemas planetarios, las galaxias y todo lo que ellas
contienen tanto en su aspecto físico como en los niveles espirituales.
Así como en nuestra vida existen los ciclos de vigilia y sueño, vida y muerte,
así también existen para los universos. Llamamos Manvantara al ciclo de
nacimiento y desarrollo de un universo hasta su muerte y Pralaya al estado de
muerte o de descanso entre una manifestación y otra.
Es decir que durante el Pralaya hay una disolución de todo lo existente. Los
seres, la materia, la energía que conocemos se resume en una unidad
abstracta, una homogeneidad carente de lo que nosotros conocemos como
conciencia. Todo ser se resume en una Unidad. Este estado tiene un tiempo de
duración (al igual que el período que transcurre entre una encarnación humana
y otra) al final del cual vuelve a nacer un nuevo universo, hijo del anterior.
Este ir y venir de mundos no ha tenido una primera construcción, ni tendrá una
última, sin embargo cada universo es distinto al anterior, siguiendo una espiral
ascendente de evolución.
Es muy difícil comprender algo que no ha tenido un principio y no tendrá un
final porque nosotros vivimos en una dimensión fragmentada, sujeta al tiempo y
al espacio, a causa y efecto. Causa y efecto implican espacio y tiempo, es
decir, la sucesión de estados de conciencia a través de la materia, lo cual
genera la ilusión del tiempo. El movimiento en el espacio es lo que nos da
sensación de transcurrir, de ser en el tiempo. Esto, afirman las escrituras
esotéricas, es una ilusión debida a nuestro estado actual de evolución.
Aquellos que han accedido a un estado de conciencia superior, ya sea por
realización espiritual, o en un momento de meditación, tienen la vivencia de
eternidad y unidad del todo.
SEGUNDA PROPOSICIÓN FUNDAMENTAL

La Eternidad del Universo en su totalidad, como plano sin límites;

periódicamente “escenario de Universos innumerables, manifes-
tándose y desapareciendo incesantemente”.

Esta segunda aserción de la Doctrina Secreta es la universalidad absoluta de
aquella ley de periodicidad, de flujo y reflujo, de decadencia y crecimiento,
que la ciencia física ha observado y consignado en todas las esferas de la
naturaleza. Alternativas tales como Día y Noche, Vida y Muerte, Sueño y
Vigilia, son hechos tan comunes, tan perfectamente universales y sin
excepción, que será fácil comprender cómo vemos en ellas una de las Leyes
absolutamente fundamentales del universo.
LA VIDA UNA
Después de una disolución universal (Pralaya) comienza la construcción de un
nuevo universo, resultado de su predecesor. Este despertar se va dando por
etapas, desde lo más abstracto o espiritual hasta los niveles de materia física
en los cuales vivimos.
Esta entidad, el universo o Logos, en la cual “vivimos y tenemos nuestro ser”
también puede ser llamado Vida Una. Abarca todo lo que un universo contiene,
desde los seres más elevados hasta las partículas atómicas, todas estas vidas
evolucionan, siendo todo parte de esta Vida Una.
La Vida Una es inteligente, ya que todo en el universo la posee en diferentes
grados.
En su aspecto superior abarca las entidades más espirituales y en el inferior
incluye al reino mineral como manifestación más densa e inferior.
Si bien hablamos de Vida Una o Logos, no es una entidad singular sino que es
la colectividad de seres que pueblan nuestro cosmos. En su aspecto superior
(espiritual) se refiere a los seres más evolucionados de nuestro sistema solar
llamados Jerarquías Creadoras. Éstas han pasado por el estado humano en
Manvántaras anteriores y han alcanzado un estado infinitamente superior al de
la presente humanidad. Son ellos los encargados de desenvolver el plan para
el cosmos presente y por esto se les llama también los Arquitectos y
Constructores o la Mente Universal. Tienen conciencia de unidad, actúan
como uno a pesar de ser muchos. Existen en diferentes planos de
manifestación y en diferentes grados de evolución.
Es así que todo el cosmos está evolucionando en una sucesión infinita de
períodos de actividad y descanso.

PRALAYA Y MANVÁNTARA
Pralaya y Manvántara son términos sánscritos para designar el período de
descanso y de actividad de un sistema solar (universo). Aquí debemos hacer
una pequeña aclaración en cuanto a lo abarcativo de la expresión “universo”,
dice H.P.B. en La Doctrina Secreta:
Debe tener presente el lector que las estancias tratan únicamente de la
cosmogonía de nuestro sistema planetario, y de lo que es visible
alrededor suyo después de un Pralaya Solar. Las enseñanzas secretas
referentes a la evolución del Kosmos Universal no se pueden dar, pues no
serían comprendidas ni aún por las inteligencias superiores de la época; y al
parecer hay muy pocos iniciados, aún entre los más grandes, a quién les es
permitido especular acerca de este punto. Además, dicen los Maestros
terminantemente, que ni siquiera los más elevados Dhyani-Chohans han
penetrado jamás los misterios más allá de los límites que separan las miríadas
de sistemas solares del así llamado “Sol Central”. Por lo tanto, lo que se
publica se refiere solamente a nuestro Kosmos visible, después de una Noche
de Brahma.
Por lo tanto, queda asentado que las enseñanzas dadas rigen para nuestro
sistema solar únicamente, aunque por ley de analogía podríamos hacer alguna
inferencia sobre lo que ocurre más allá de nuestro “anillo no se pasa”.
Quizás el estado más difícil de comprender sea el de Pralaya, porque es un
estado totalmente ajeno a nuestra condición actual. Existen Pralayas parciales
y Pralayas totales. Durante éstos últimos todo lo manifestado desaparece y se
resume en un estado homogéneo, un no ser. Todo vuelve a su unidad
metafísica, desaparecen las entidades y la materia de todo tipo. Una idea de
este estado se encuentra en la primera Estancia de La Doctrina Secreta:
El eterno padre/madre (espacio), envuelto en sus siempre invisibles
vestiduras, había dormitado una vez más por siete eternidades.
El tiempo no existía, pues yacía dormido en el seno infinito de la duración.
La mente universal no existía, pues no había Ah-hi para contenerla.
Las siete sendas de la felicidad no existían. Las grandes causas de la
desdicha no existían, porque no había nadie que las produjese y fuese
aprehendido por ellas.
Sólo tinieblas llenaban el todo sin límites; pues padre, madre e hijo eran una
vez más uno, y el hijo no había aún despertado para la nueva rueda y su
peregrinación en ella.

Fragmento de La Doctrina Secreta, Estancia I, tomo I.

Es así que, al igual que todo en la naturaleza, un cosmos nace, se desarrolla y
muere; y durante ésta hay un proceso, totalmente desconocido para nosotros,
de “asimilación” de lo experimentado. Al concluir el reposo comienza
nuevamente el despertar, es decir la construcción de un nuevo sistema, hijo y
fruto del anterior.
No hubo una primera construcción, ni habrá una última puesto que el tiempo tal
como lo conocemos es una ilusión. Se designa como Manvántara al período de
despertar y desarrollo de un universo.

EL DESPERTAR DE UN UNIVERSO
Después de un período de reposo (Pralaya) el universo vuelve a despertar
gradualmente, y así como un ser humano tarda nueve meses para ser gestado,
el universo tiene etapas y tiempos de construcción. En algunos textos
teosóficos se alude a estas primeras etapas como Primer Logos, Segundo
Logos y Tercer Logos, teniendo cada etapa, características específicas.
En este curso a modo introductorio diremos que se desenvuelve desde lo más
abstracto hasta lo más concreto y cada etapa es dirigida por inteligencias
superiores de acuerdo a un plan ya determinado. A estas entidades se las
llama de manera general Jerarquías Creadoras, entre otros numerosos
nombres y son seres que ya han pasado por la etapa humana en ciclos
remotos.
Así el universo en la aurora del Manvántara se despliega una vez más como lo
hace la semilla que cae al suelo y genera una nueva planta.
Todo lo existente está sujeto a este ciclo de muerte y renacimiento, día y
noche, sueño y vigilia. No existe nada inmóvil en este plano, todo está en un
permanente cambio evolutivo.
Esta ley de ciclos es una Ley Universal.

ESPIRITU – MATERIA
Estos dos términos pueden prestar a confusión puesto que parecieran indicar
que existen dos elementos en el cosmos, cuando en realidad existe uno sólo.
Para nuestra percepción limitada existe la materia y por otro lado aquello que
no podemos ver pero que sentimos (nuestras emociones, pensamientos,
voliciones, aspiraciones, etc.) y que llamamos espíritu o consciencia.
En realidad esta es una ilusión, ya que ambos son dos aspectos de la misma
cosa y el universo existe en cuanto ambas se manifiestan e interrelacionan.
Para entenderlo mejor pongamos el ejemplo de una moneda, ésta tiene dos
caras y por más que limemos o afinemos la moneda siempre tendrá dos caras
o de lo contrario desaparecerá como objeto.
Así que el término espíritu y materia se refiere a una apariencia, a un solo
principio que se manifiesta en dos formas que aparecen como consciencia y
como vehículo de esa consciencia.